domingo, 11 de noviembre de 2012

SORDERA Y DÉFICIT AUDITIVO







·        Definición

Las deficiencias auditivas son las disfunciones o alteraciones cuantitativas en una correcta percepción auditiva. Se entiende por hipoacusia la disminución de la capacidad auditiva que permite la adquisición del lenguaje oral por vía auditiva. La pérdida total de la audición recibe el nombre de cofosis (sordera), en donde el lenguaje no se puede adquirir por vía oral pero sí por vía visual. 

Es una insuficiencia que no le permite al niño aprender su propia lengua y que no le permite participar en las actividades normales de su edad.

 
·        Anatomía del oído

El mecanismo que permite la audición es muy complejo y cualquier alteración en alguna de sus etapas puede acarrear una disminución de la capacidad auditiva. Los sonidos son captados por el pabellón auricular, que los transmite y amplifica a través del conducto auditivo externo, y hacen vibrar la membrana timpánica. Esta vibración se transmite a los huesecillos del oído medio (martillo, yunque y estribo), que a su vez la transmiten a través de la ventana oval a la cóclea, el laberinto anterior, donde el sonido se propaga a través de un líquido y estimula los cilios del órgano de Corti, la estructura en la cual la vibración se transforma en un estímulo nervioso. 

Este impulso nervioso se transmite mediante las fibras auditivas al ganglio espiral, de donde surge el nervio auditivo que va al tronco cerebral y de ahí el estímulo prosigue hasta la corteza cerebral, donde se interpreta el estímulo nervioso.

     Cualquier alteración en esta cadena de transmisión puede producir un déficit auditivo, sea éste adquirido o congénito. 



 
·        Clasificación de hipoacusia y sordera


Atendiendo cuatro criterios: la parte del oído afectada, la etiología, el momento de aparición y el grado de pérdida auditiva.

1.- Según la parte del oído afectada:

ü  Hipoacusia de transmisión: la lesión se encuentra localizada en la zona del oído encargada de la transmisión de la onda sonora.

ü  Hipoacusia neurosensorial: cuando la lesión se asienta en el oído interno y/o en la vía auditiva.

ü  Hipoacusia mixta.

2.- En función de la etiología: hipoacusia hereditaria genética e hipoacusia adquirida.

La hipoacusia hereditaria genética:    Ocupa el primer lugar en las causas de hipoacusias neurosensoriales. Está ligada a una anomalía de transmisión genética y puede ser de tipo recesivo o dominante (recesivas son las hipoacusias en las que los padres son portadores del gen patológico pero de tipo recesivo, no son hipoacúsicos y las dominantes representan un 10% de las hipoacusias hereditarias siendo uno de los padres portador del gen afectado, uno de los padres es hipoacúsico).

La hipoacusia adquirida:

ü  Causas prenatales. Toda enfermedad de la madre durante el embarazo puede ser una causa posible de hipoacusia situándose el período más grave entre la 7° y 10° semanas de embarazo. Entre las más graves se sitúan la rubeola, sarampión, varicela, alcoholismo, etc.

ü  Causas neonatales: son las que se derivan del momento del nacimiento y las horas siguientes. Entre las más frecuentes se encuentran: traumatismo durante el parto, anoxia neonatal, prematuridad, ictericia (aumento de la bilirrubina en sangre por incompatibilidad del RH).

ü  Causas pos natales  Son las que se dan después del nacimiento y las más corrientes son: otitis y sus secuelas, fracturas del oído, afecciones del oído interno y nervio auditivo, intoxicaciones por antibióticos, meningitis y encefalitis, tumores, etc.

3.- Según el momento de aparición:
 
  • Hipoacusia prelocutiva: son las que se presentan antes de adquirir el lenguaje.
  • Hipoacusia poslocutiva: .ésta última es, en general, de mejor pronóstico ya que el lenguaje está adquirido y tras la pérdida se mantendrá el lenguaje interno gracias a la maduración neurológica adquirida.

4.- La audición se mide en decibelios y según la Seguridad Social una persona es sorda cuando la pérdida auditiva es mayor de 75 decibelios.

Según la pérdida de audición las hipoacusias se clasifican en:

ü  Hipoacusias leves: pérdida inferior a 40 decibelios.

ü  Hipoacusias moderadas: de 40 a 70 dbs.

ü  Hipoacusias severas: superior a 70 dbs.

ü  Sordera o cofosis: no se oye.


·        Evaluación




La evaluación de la audición no debe posponerse por pensar que el niño es demasiado pequeño para ello ya que es sumamente importante la detección temprana de los problemas y existen  formas de evaluación que se pueden  practicar desde los primeros meses.

Algunas técnicas de evaluación son:

ü  Técnicas de evaluación de la conducta: consiste en observar la reacción a un estímulo auditivo dado expresada en el comportamiento del niño.

ü  Reacciones condicionadas: En los niños entre 13 y 20 meses, e incluso antes, ya se pueden usar técnicas de condicionamiento operante, reforzando la respuesta dada ante un estímulo atractivo.

ü   Audiometría de juego: se trata de una adaptación de la audiometría para niños menores a fin de transformar la medición en un juego (por ejemplo, pulsar un botón tras un tono y luego se ilumina una pantalla).

ü  Audiometría convencional. Después de los cinco años se puede conseguir un audiograma de tonos puros mediante una audiometría tonal. En una cámara insonorizada el niño recibe estímulos sonoros a través de audífonos.

ü  Audiometría por respuesta evocada: Los potenciales evocados auditivos (PEA) son el registro de las diferencias de potencial eléctrico provocado por un estímulo acústico a través de la vía auditiva. Los PEA de tronco cerebral (PEATC) son en la actualidad la prueba que se considera más útil tanto por su fiabilidad diagnóstica como por su fácil realización.

ü  Impedanciometría: nos permite evaluar el funcionamiento del oído medio (movilidad del tímpano, funcionamiento de la trompa de Eustaquio, continuidad de la cadena osicular, etc.).





·        Tratamiento


Existen diferentes tratamientos  de  las   hipoacusias en  función de    las características  que éstas presenten.

ü  Tratamiento médico: el tratamiento médico adecuado tiene más importancia en el apartado de profilaxis ya que un correcto seguimiento de una meningitis o de una otitis evitará la aparición de la hipoacusia.

ü  Tratamientos quirúrgicos: está indicado en contadas ocasiones como es el caso de la cirugía reparadora en las malformaciones congénitas, las tímpano- plastias para la reconstrucción de las lesiones originadas por las otitis, etc.

ü  Tratamiento protésico convencional: cuando existe una reserva coclear útil, la aplicación de audífonos facilita la adquisición del lenguaje y la educación en razón directa a la calidad de los restos auditivos del niño. La aplicación de estas prótesis debe ser lo más temprana posible.

ü  Implantes cocleares: El implante coclear está indicado en los niños sordos poslocutivos sin reserva coclear útil. En los niños sordos prelocutivos el beneficio obtenido tras el implante es actualmente motivo de controversia y los intentos han sido poco fructíferos.

ü  La rehabilitación: se pretende enseñar al niño el lenguaje y hacerle entender el lenguaje de los demás.

·        Comunicación con alumnos sordos

 
En las personas con deficiencias auditivas se ha insistido desde hace mucho tiempo en establecer con ellos un lenguaje oral, ello ha llevado a considerar la respuesta educativa como eminentemente rehabilitadora, es decir, educación y rehabilitación como un mismo proceso en el que la intervención educativa sea igual a la intervención rehabilitadora del lenguaje oral.

La existencia del lenguaje de signos y de actividades socioculturales basadas en ella nos debe llevar a reconsiderar la noción del déficit auditivo y necesidad de rehabilitación. En un grupo de sordos, al comunicarse entre ellos mediante el lenguaje de signos, no hay sentimiento de minusvalía. Una gran parte de adultos sordos no se sienten deficitarios sino simplemente diferentes.





Las diferentes modalidades de comunicación con alumnos sordos dependen de muchos factores como:la edad en la que sobrevino el déficit, la severidad del mismo, las capacidades comunicativas, el entorno familiar y educativo, la atención temprana y las posibilidades con que se cuente a nivel de profesionales que intervengan con estos alumnos.

Las tres corrientes en las que se pueden enmarcar los métodos de comunicación con sordos son:


 ü  Oralistas.

ü  Signistas o manualistas.

ü  Mixtas o bimodales


Los oralistas, que tuvieron su auge hace algunos años, defienden la enseñanza del lenguaje oral al niño sordo mediante el aprovechamiento de los restos auditivos, entrenamiento en discriminación auditiva, entrenamiento en la labiolectura, etc. Los métodos exclusivamente orales se apoyan en entrenamiento auditivo mediante aparatos que le permitan al niño detectar el lenguaje oral como los vibrotactiles.

Los signistas, que toman auge en nuestros tiempos, consideran que el lenguaje de signos es el natural del sordo (por ello lo practican mayoritariamente), constituyendo un recurso simbólico fundamental para su comunicación. El lenguaje signado es un lenguaje propio, con sus características definitorias y en el que se sigue las mismas etapas evolutivas que en el lenguaje oral. La evolución lingüística, cognitiva y social de los niños que aprenden un sistema de signos sigue un ritmo más regular y superior que el sordo oralista.

La corriente bimodal (oral-gestual) está integrada por aquellos que piensan que el niño sordo debe comunicarse mediante el lenguaje de signos que es el suyo natural pero también debe aprender el lenguaje oral para integrarse en la sociedad oyente. La adquisición de la lengua de signos junto al aprendizaje del lenguaje oral puede ser necesaria para el niño sordo planteado en términos de bilingüismo (oral y signada) no sólo para favorecer un buen nivel de intercambio social sino para facilitar al niño la construcción de su conocimiento y acceder por tanto a las funciones psicológicas superiores.





 
  • Sintomatología esencial
     

 Algunas de las perturbaciones del lenguaje y la comunicación que podemos encontrarnos "en función siempre del grado de deficiencia auditiva" serán las siguientes:

ü  En su lenguaje existen deficiencias de articulación, léxico, y estructuración.

ü  Alteraciones del ritmo del habla, timbre de la voz (ronco, monótono) y nasalizaciones.

ü  Anomalías en la fonación, ritmo  irregular. Los movimientos laringes son anormales (El tono sube y baja).

ü  Existencia de dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura.

ü  Desarrollo cognitivo en su dimensión de contenido del lenguaje, aparece lentificado, aunque dichas capacidades están intactas. Lo más afectado es el pensamiento abstracto, la dificultad para categorizar, estructurar y sistematizar la realidad (si carece de sistema de comunicación útil y estructurada).

ü  Desarrollo socio - afectivo alterado o retrasado en función del nivel de comunicación con los que le rodean.

ü  Puede estructurar mal sus interacciones sociales y comunicativas al desconocer las normas sociales, lo que le lleva a tener una baja autoestima y a ser poco maduro socialmente.

ü  Utilización en mayor o menor medida de gestos y signos.






  • Sintomatología asociada

Aunque en el déficit auditivo (sorderas o hipoacusia) las perturbaciones más marcadas suelen aparecer en el área del lenguaje y la comunicación, precisamente por su importancia, pueden aparecer también otras alteraciones:

ü  Pueden hacer un andar ruidoso arrastrando los pies, como efecto de la sordera y no como trastorno de marcha.

ü  Problemas de atención.

ü  Aislamiento social, retraimiento, rechazo escolar...al tener dificultades de comunicación con los oyentes, entorpeciendo así las relaciones sociales.

ü  Pobre opinión de sí mismo, bajo autoconcepto y autoestima.

ü  Atribuciones globales e internas ante acontecimientos no exitosos.



   


   Los integrantes del equipo de especialistas





ü  Pediatra

El pediatra va a trabajar muy de cerca con los padres, los canalizará con otros miembros del equipo y los apoyará en sus decisiones. 

ü  Otorrinolaringólogo o un otólogo

Podrá indicar si hay alguna causa biológica que haya producido la pérdida auditiva o si es posible una intervención quirúrgica, dependiendo del tipo de sordera.

ü  Audiólogo

Experto que evalúa la audición de una persona. Se aconseja encontrar a un audiólogo que evalúe únicamente a niños, en lugar de uno que evalúe sólo a adultos. Si hay sospecha de una disminución auditiva, el audiólogo debe motivarlo a que lleve al niño inmediatamente con un especialista, sin importar qué tan pequeño sea.

ü  Terapeuta de audición y lenguaje (llamado también fono terapeuta)

Su función es la de ayudarle al niño a asignarle significado a los sonidos que obtiene de sus auxiliares auditivos o de su implante coclear y a utilizar estos sonidos para desarrollar el lenguaje. La articulación del niño se irá haciendo más fácil de entender conforme el niño avanza por las etapas de adquisición del lenguaje. El terapeuta de lenguaje o fono terapeuta le guiará para desarrollar estrategias que ayudarán al niño a comunicarse verbalmente.

ü  Educador del niño sordo / terapista

Los niños muy pequeños obtienen grandes beneficios cuando trabajan con profesionales especialmente capacitados para ayudarles a desarrollar la habilidad de escuchar, hablar, pensar y utilizar el lenguaje. Ellos conocen muy bien el desarrollo normal del lenguaje y han recibido entrenamiento en cómo obtener el máximo resultado de la amplificación que usa el niño, ya sean auxiliares auditivos o el implante coclear. Los educadores para el niño sordo también proporcionan preparación educativa para la enseñanza escolar.

ü  La escuela oral para el niño sordo

Las escuelas orales para el niño sordo, ofrecen programas educativos muy completos para alumnos anacúsicos o hipoacúsicos, desde la infancia hasta finalizar la edad escolar. Estas escuelas especializadas cuentan con docentes y profesionales capacitados en las áreas cognitivas, de audición, lenguaje y articulación. Del mismo modo, emplean estrategias y programas educativos que han tenido éxito con otros niños sordos.

Para un bebé sordo, generalmente el plantel escolar cuenta con programas para entrenamiento para padres como parte del plan educativo. Las escuelas orales son también un recurso más para obtener información y apoyo local.

ü  La Familia

Se recomienda involucrar a los hermanitos, abuelos, primos, tíos y tías. El interactuar con este grupo de familiares, le proporcionará al niño sordo un mayor incentivo para convertirse en un individuo social y oral.

La familia y el apoyo que ésta le dé también le ayudarán a sobrellevar el peso y a tener tiempo y energía para sí mismo.

ü  Hermanitos

Un hermano o hermana se convierte en un modelo de lenguaje natural para el niño sordo. Se debe considerar que, en ocasiones, los hermanitos resienten la cantidad de tiempo que se le dedica al niño sordo por lo que se recomienda mantener un  equilibrado con el tiempo dedicado a cada niño en la familia.

ü  Tutores


Es de gran ayuda para los padres y para el niño sordo conocer a una persona que haya sido sorda desde la infancia.


·        ¿Cómo afecta a los padres de un niño sordo?



Tanto como la familia afecta el desarrollo del niño sordo, la presencia de un niño sordo en la familia puede afectar el funcionamiento familiar y la calidad de vida de sus integrantes.

El anuncio de la sordera representa un traumatismo afectivo, una herida narcisística. Los padres pierden las esperanzas, los sueños, las aspiraciones que tenían acerca de su hijo. Suelen suceder en el tiempo diversos estados emocionales: la negación, la cólera, la "negociación", la depresión, y finalmente la aceptación de la discapacidad.

      Expresan los autores que respetar y ayudar a los padres en este trabajo de duelo y adaptación a una nueva realidad reviste una importancia capital.   Algunos podrán luego de un trabajo de elaboración psíquica, aceptar y adaptarse activamente a la discapacidad. Otros tendrán dificultades en hacerlo y corren el riesgo de ubicarse en una posición dañina tanto para el hijo como para ellos mismos.

       Hay momentos cruciales en los que los padres se verán especialmente confrontados con la discapacidad: la edad de inicio de la escolaridad (los 6 años), la pubertad y la adolescencia, cuando se plantea el tema de la autonomía.

Según Adams y Tidwell (1989) la sordera es la discapacidad que más afecta el funcionamiento de la familia. Las dificultades de comunicación entre padres e hijos pueden erosionar progresivamente la estabilidad familiar.

Los problemas citados con mayor frecuencia y ordenados en forma decreciente son, según McLinden (1990): las preocupaciones acerca del futuro del niño, el tiempo necesario para conseguir ayudas específicas, que la vida familiar esté completamente focalizada en las necesidades del niño, la fatiga.

Sin embargo, este autor encontró una gran variabilidad en las respuestas dadas por las distintas familias e incluso en el seno de una misma familia. 

     Un estudio longitudinal prospectivo mostró que la ayuda brindada a los padres de los niños sordos contribuye a la disminución del estrés en ambos progenitores y a mejorar las interacciones madre-hijo.